Vivo Creando Magia
- Isha

- 20 nov
- 3 Min. de lectura
Cada día descubro que mi vida está envuelta en magia. Es una sensación que nace dentro de mí y se expande hacia el mundo como un campo vibracional que todo lo toca. Amo crear magia y milagros desde que abro los ojos por la mañana hasta que cierro el día con gratitud. Es un estilo de vida, una forma de percibir el universo, una manera de caminar por el mundo con el corazón abierto y los sentidos despiertos. Cada detalle, cada encuentro, cada sincronía se convierte en un mensaje, un regalo y una manifestación de algo mucho más grande que yo.
Cuando me despierto con esta intención, el universo responde. Las señales aparecen de maneras tan suaves y tan exactas que mi alma las reconoce de inmediato. A veces llegan como números repetidos, otras como canciones que suenan justo cuando las necesito, otras como mariposas, catarinas, atardeceres perfectos o encuentros que parecen orquestados por una inteligencia amorosa. Siento que estoy en una conversación constante con la vida, una conversación donde todo vibra con significado.
Me fascina percibir esta magia. Es una experiencia que recorre mi cuerpo, que ilumina mi mente y que abraza mi corazón. Cada señal me recuerda que estoy acompañada, que mi camino está guiado y que existe una conexión profunda entre mi intención y la energía que se mueve a mi alrededor. Crear magia es activar esta conexión, jugar con ella, confiar en ella y celebrarla. Es abrirme a un universo donde todo está vivo, todo responde y todo se mueve a favor del crecimiento del alma.
Los milagros, para mí, son esos momentos en los que la vida se revela con claridad absoluta. Son experiencias que llegan justo en el instante perfecto, como si el universo repasara mi corazón y supiera exactamente lo que necesito. Me encanta crear espacio para que esos milagros aparezcan. Cuando estoy presente, cuando respiro, cuando agradezco, la magia se multiplica. Es como si la vida me dijera: “Aquí estoy, mírame, estoy jugando contigo.” Y yo respondo con una sonrisa interna que abraza lo invisible.
Esta manera de vivir me ha enseñado a sentir la realidad desde un lugar más profundo. Observo cómo mis pensamientos, mis emociones y mis deseos se reflejan en el mundo externo de formas hermosas. La creatividad fluye con más facilidad, la intuición se vuelve más clara y mi percepción de lo sagrado se amplifica. Vivo cada día como si fuera un ritual lleno de mensajes, colores, texturas energéticas y señales que me recuerdan que todo es posible.
También descubrí que la magia se activa cuando confío en mis sensaciones internas. Mi cuerpo percibe antes que mi mente. Siento expansiones, pulsos, vibraciones suaves que me guían hacia decisiones, encuentros o direcciones nuevas. La intuición se convierte en un canal, y la magia aparece como respuesta a esa guía interna. Me encanta jugar con esta energía, abrirle puertas, crear intenciones claras y observar cómo el universo las transforma en experiencias reales.
Vivir así me conecta profundamente con otras personas que sienten lo mismo. Cuando comparto mis señales, mis milagros y mi manera de ver el mundo, encuentro corazones que vibran en sintonía y que también experimentan su propia magia cotidiana. Este intercambio crea una comunidad espiritual hermosa donde cada uno reconoce la magia que lo rodea y celebra sus propios milagros. Es un recordatorio de que todos vivimos en un universo mucho más inteligente, amoroso y consciente de lo que imaginamos.
Hoy elijo vivir desde la magia. Elijo crearla, sentirla, honrarla y expandirla. Cada día me despierto con la certeza de que algo maravilloso me espera. Y cuando llega, lo recibo con gratitud, sabiendo que estoy participando activamente en un baile luminoso entre el universo y mi alma.



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