La Importancia del Abrazo
- Isha

- 20 nov
- 3 Min. de lectura
La Energía que Se Expande Cuando Me Sostienen… y Cuando Me Sostengo a Mí Misma
He descubierto que un abrazo es una de las medicinas más poderosas que existen. Cuando alguien me abraza, siento cómo mi energía se expande de una manera que ninguna palabra logra describir. Es como si mi corazón respirara más amplio, como si mi alma se sintiera vista y sostenida, como si el universo me recordara que estoy acompañada. Un abrazo verdadero activa algo profundo en mí: despierta mi luz, suaviza mi cuerpo y ordena mi energía. Es una conexión que va más allá del contacto físico; es un encuentro entre almas.
Hay momentos en los que ese abrazo llega justo cuando lo necesito. En esos instantes, siento cómo mi pecho se abre, cómo mis hombros se relajan y cómo mi vibración se eleva. Un abrazo es un puente entre presencias, una transferencia de calma, de amor, de energía pura. Cuando alguien me sostiene, siento que mi campo se expande, que mi corazón se fortalece y que mi esencia se expresa con más claridad. Es un instante sagrado donde la vulnerabilidad se convierte en un espacio seguro y donde el alma encuentra descanso.
Al mismo tiempo, he aprendido algo profundamente hermoso: cuando no hay alguien a mi lado para abrazarme, yo puedo abrazarme a mí misma. Puedo envolver mi cuerpo con mis propios brazos y sentir esa misma expansión energética. Al hacerlo, mi espíritu responde, mi energía se ordena y mi corazón recibe el mensaje de que estoy aquí para mí. Ese abrazo propio es una declaración de amor, una afirmación de presencia, un recordatorio de que mi compañía también es un refugio poderoso.
Abrazarme a mí misma se ha convertido en un ritual sagrado. Lo hago cuando necesito contención, cuando deseo calmar mi mente, cuando quiero reconectar con mi centro. Al cruzar los brazos y sostenerme, siento un pulso suave que me recuerda mi fortaleza, mi sensibilidad y mi capacidad de acompañarme en cada ciclo. Es un acto de amor propio que me ayuda a regresar al presente y a habitar mi cuerpo desde la tranquilidad.
Cada abrazo —el que recibo y el que me doy— me enseña algo sobre mí. Me muestra que mi energía se expande cuando permito que el amor entre, cuando me abro a la ternura, cuando me dejo sentir. También me recuerda que la conexión comienza desde dentro: mi corazón busca compañía, pero también ofrece compañía; busca sostén, pero también sostiene; busca amor, pero también lo genera. El abrazo es un espejo del alma.
Vivir esta experiencia me ha hecho valorar la fuerza del contacto humano. Cuando abrazo a alguien, siento su energía resonar con la mía y percibo cómo se crea un campo compartido lleno de luz. Es un regalo mutuo: quien abraza también recibe. Este intercambio es una danza vibracional que nutre, eleva y acompaña. En cada abrazo auténtico hay un instante de unidad, un momento donde dos almas se encuentran en un espacio de amor puro.
El abrazo propio, por su parte, me recuerda que soy mi hogar. Que mi energía se expande cuando la abrazo desde la aceptación y el cariño. Que puedo ser el refugio que busco, el sostén que necesito y la calma que deseo. Abrazarme es honrar mi humanidad, mi sensibilidad y mi camino.
Hoy celebro la importancia del abrazo. Celebro la expansión que siento cuando alguien me sostiene. Celebro la fuerza que nace cuando me sostengo a mí misma. Celebro que mi energía responde con amor a cada gesto de cercanía, a cada encuentro, a cada instante de conexión.



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