Limonada con Flores: Un Ritual de Amor que Aprendí de Inés
- Isha

- 23 nov
- 2 Min. de lectura
Limonada con flores… solo escribirlo me trae una sonrisa. Me recuerda a Inés, mi nueva hija, un regalo que llegó a mi vida envuelto en ternura y luz. Aquel día, mientras todos compartíamos un momento familiar, ella decidió prepararnos una limonada rosada. Pero lo que hizo no fue solo una bebida; fue un ritual, una ofrenda de amor, una memoria de la niñez convertida en presente. La vi caminar por el jardín, recogiendo bugambilias como si cada flor fuera un tesoro. Y lo era. Cada una llevaba consigo un pedacito de color, de aroma y de vibración.
Recuerdo su sonrisa, una sonrisa suave, inocente, brillante, como la de una niña que abre su cajita de tesoros para compartirla con quienes ama. Inés eligió el recipiente grande de cristal para que todos pudiéramos probarla, como quien quiere multiplicar la abundancia, la dulzura y la magia. Fue a cosechar limones directamente del árbol, conectando con la tierra, con la naturaleza, con la tradición más simple y más bella de preparar algo con las manos y con el corazón.
La vi mezclar las flores, el jugo fresco, el agua y el azúcar, pero sé que el ingrediente principal fue su sonrisa. Esa sonrisa se derritió entre las gotas rosadas y le dio un sabor que ningún endulzante puede lograr. Aquella limonada sabía a inocencia, a gratitud, a familia, a ritual sagrado disfrazado de gesto cotidiano. Mientras tomaba el primer sorbo, supe que estaba recibiendo un acto de amor puro, uno de esos regalos que el alma reconoce inmediatamente.
Ese momento lo llevo grabado en mi corazón. Fue uno de los rituales más bellos y desinteresados que un ser humano puede ofrecer a otro: preparar algo simple con una intención tan profunda que se convierte en medicina. Inés me enseñó que la magia existe en las acciones pequeñas, en la atención, en el detalle, en la vibración que ponemos en lo que hacemos.
Por eso hoy te invito a preparar limonada en tu casa. A cosechar tus flores, tus limones, tus memorias. A traer tu niñez al presente. A llenar un vaso con tu esencia, con tu ternura, con tu potencia y con tu amor. Porque una simple limonada puede convertirse en un portal hacia el alma, un ritual que te recuerda quién eres cuando creas algo desde la autenticidad.
Salud, por los momentos que se vuelven eternos y por las manos que transforman lo cotidiano en magia.



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