La Intuición
- Isha

- 28 nov
- 2 Min. de lectura
Cada vez que respiro con presencia, recuerdo que dentro de mí existe una fuente de sabiduría que se expresa sin esfuerzo. Una voz interior que surge desde la calma, desde el alma, desde un espacio tan puro que trasciende cualquier duda. Esa voz es mi intuición, y cuando permito que se convierta en la guía principal de mi vida, todo comienza a fluir con una armonía que se siente casi divina.
Durante mucho tiempo caminé siguiendo ritmos ajenos, atendiendo expectativas que cargaban historias que no pertenecían a mi esencia. Hasta que un día, mi propia energía me llamó con fuerza. Sentí un pulso interno, un recordatorio suave que decía: “Vuelve a ti.” Ese regreso fue un renacer. Volví a mi intuición como quien regresa a su templo sagrado, con los pies descalzos, con el corazón abierto y con una gratitud profunda por el camino recorrido.
Desde entonces, honro esa guía interna como mi brújula. La escucho en la expansión que siento en el pecho, en la tranquilidad que se instala cuando algo es auténtico para mí, en la claridad luminosa que aparece cuando una decisión está alineada con mi alma. La intuición se mueve en el cuerpo: vibra, se expande, ilumina. Todo dentro de mí lo reconoce antes de que mi mente lo comprenda.
Guiarme por mi intuición es ofrecerme la oportunidad de vivir desde mi verdad más pura. Es sentir cómo cada paso encuentra su propio ritmo, cómo cada elección se convierte en un acto de coherencia, cómo cada encuentro resuena en la frecuencia correcta. Mi intuición abre caminos que revelan posibilidades, sincronías, oportunidades y encuentros que sostienen mi evolución.
Cuando la sigo, experimento una especie de acompañamiento invisible. Camino con firmeza, con libertad, con una conexión profunda hacia algo que trasciende la lógica. Mi vida adquiere un orden natural; los acontecimientos encuentran su lugar, las experiencias se transforman en maestros, y todo lo que vibra con mi esencia llega con suavidad.
Hoy elijo una vida guiada desde dentro. Confío en mis sensaciones, honro mis percepciones, escucho lo que mi energía revela y permito que mi camino se construya desde esa fuente interna de claridad. La intuición se ha convertido en mi norte, en mi faro, en mi propio lenguaje con el universo.
Y cuando me entrego a esa guía, mi existencia completa se expande. Me siento viva, presente, alineada. Siento que cada parte de mí se integra y florece desde un lugar auténtico. La intuición ilumina mi camino y me recuerda, una y otra vez, que mi alma siempre conoce la dirección.



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